- Nunca me dices cosas buenas. Solo sabes decir lo imbécil que puedo llegar a ser.
- No eres solo un imbécil con ojos bonitos, no. Tienes muchísimas virtudes que no te voy a decir.
- Pero, ¿por qué?
- Pues porque... Porque supongo que me puede el orgullo. No sabes lo difícil que se me hace decirte estas cosas.
- Dime aunque solo sea una.
-Haces sentir grande hasta el ser más diminuto.
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