jueves, 1 de diciembre de 2011
Yo le quiero por muchas más razones que vosotros
No hace falta que me digáis eso de que perdéis la cabeza, por eso de que sus caderas... Ya sé de sobra que tiene esa sonrisa, y esas maneras y todo el remolino que forma en cada paso que da. Pero además le he visto serio, ser el mismo y en serio que eso no se puede escribir en un poema. Por eso, eso que me cuentas de que mírale como bebe las cervezas, y cómo se revuelve sobre las baldosas y qué fácil parece a veces enamorarse. Todo eso de que el puede llegar a ser ese puto único motivo de seguir vivo y a la mierda la autodestrucción... Todo eso de que los besos en ciertas bocas saben mejor, es un cuento que ya me sé desde el día que me dio dos besos y me dijo su nombre. No sabes lo que es despertarte y que el te retuerza y bostece, luego te abrace y luego no sepas como deshacerte de todo el mundo. Así que supondrás que yo soy el primero que entiende, el que pierdas la cabeza por sus piernas y el sentido por sus palabras, y los huevos por un mínimo roce de mejilla. Que las suspicacias, los disimulos cuando su culo pasa, las incomodidades de orgullo que pueda provocarte, son algo con lo que ya cuento. Quiero decir que a mí de versos no me tienes que decir nada que hace tiempo que escribo los míos. Que yo también le veo, que cuando el cruza por debajo del cielo solo la tonta mira al cielo. Que sé como agacha la cabeza, levanta la mirada y muerde el labio superior. Que conozco su voz en formato susurro y formato gemido y en formato secreto. Que me sé sus cicatrices y el sitio en el que le tienes que tocar, en el este de su pie izquierdo para conseguir que se ría, y me sé lo de sus rodillas y la forma que roza las cuerdas de su guitarra. Que yo también he memorizado su número de teléfono, pero también el número de sus escalones y el número de veces que afina las cuerdas antes de ahorcarse por sus bulerías. Que no solo conozco su última pesadilla, también las mil anteriores, y yo sí que no tengo cojones a decirle que no a nada porque tengo más deudas con su espalda, de las que nadie jamás tendrá con la luna y mira que hay tontos enamorados en este mundo. Que sé la cara que pone cuando se dejar ser completamente el, rendido a ese puto milagro que supone que exista. Que le he visto volar por encima de poetas que valían mucho más que esos dedos, y la he visto formar un charco de arena rompiendo todos los relojes que le puso el camino, y le he visto hacerle competencia a cualquier amanecer por la ventana; no me hablen de paisajes si no han visto su cuerpo. Que lo de "mira sí, un polvo es un polvo" y eso del tesoro pintado de rojo sobre sus uñas y solo los sueños pueden posarse sobre las seis letras de su nombre. Que te entiendo que yo escribo sobre lo mismo, sobre el mismo y que razones tenemos todos... pero yo muchas más que vosotros.
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